Aunque muchas veces deseamos transformar algún aspecto de nuestra vida —una relación que ya no nos hace bien, un hábito que nos resta energía, o una rutina que nos asfixia—, dar el primer paso puede sentirse como escalar una montaña sin saber dónde está la cima. Cambiar no es fácil.
Y sin embargo, el cambio es una constante. Lo queramos o no, la vida cambia. La verdadera pregunta no es si cambiar o no, sino cómo queremos relacionarnos con el cambio.
¿Qué es la motivación al cambio?
La motivación al cambio es la fuerza interna que nos impulsa a modificar actitudes, pensamientos o comportamientos con el fin de alcanzar una mejora personal. Esta motivación no siempre es ruidosa o espectacular. A veces es una voz suave que nos dice “ya no quiero esto”, o una sensación persistente de que merecemos algo diferente.
Desde la psicología, entendemos que la motivación al cambio suele tener dos raíces principales:
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Alejarnos del malestar: cuando algo nos duele, incomoda o limita.
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Acercarnos al bienestar: cuando aspiramos a una vida más plena, coherente o significativa.
Ambas son válidas, y muchas veces coexisten.
Barreras comunes al cambio
Incluso con motivación, cambiar cuesta. ¿Por qué? Algunas razones frecuentes son estas:
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Miedo a lo desconocido
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Falta de confianza en uno mismo
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Presión social o familiar para mantener el statu quo
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Creencias limitantes (“yo no soy capaz”, “ya es muy tarde”)
Reconocer estas barreras no significa rendirse. Al contrario: es el primer paso para desmontarlas y comenzar a trazar un plan de actuación que englobe objetivos a corto, medio y largo plazo.
Pequeños pasos, grandes cambios
Una idea importante: no necesitas sentirte 100% motivado para empezar.
A veces, actuar genera motivación. Un pequeño cambio puede abrir la puerta a otros. Aquí algunos ejemplos:
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Cambiar el lenguaje interno: de “no puedo” a “estoy aprendiendo”.
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Darte permiso para equivocarte: el error no es fracaso, es parte del camino.
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Buscar apoyo: deporte, terapia, grupos, libros, amistades que te inspiren.
El poder de la intención
El cambio sostenible suele empezar con una intención clara: “Quiero estar mejor”, “Quiero dejar de repetir este patrón”, “Quiero conocerme más”. No necesitas tener todo resuelto. Solo necesitas empezar.
Reflexión final
Si estás leyendo esto, quizás ya estés en movimiento. Reconócelo. La motivación al cambio no es una meta en sí misma, sino un punto de partida. No importa cuán pequeño sea el paso: lo importante es que lo estás dando!!!.
¿Y tú? ¿Qué cambio estás deseando hacer?
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